Me ha tocado ver como muchos padres de familia ven con cierto escepticismo el que sus hijos aprendan música en la escuela, ya que desde una perspectiva aparentemente pragmática “podrían usar ese tiempo para cosas más útiles” y no los culpo. En una sociedad donde los números y el verbo son los que ponen el pan en la mesa, el aprender música podría ser visto como algo intrascendente y no más importante que cualquier otro hobbie… o tal vez no tanto.
El siguiente video de TedEd es fantástico, ya que no solo aclara el por qué la «música» aparece en muchos planes educativos, si no que también sirve para motivar e inspirar un poco a todos aquellos que tienen un instrumento abandonado en su casa y quién sabe, tal vez despúes de verlo quieren sacarle algo de provecho.
Si bien de momento todo el tema de la neurociencia investigando los efectos de la música en el cerebro sigue en desarrollo, hay patrones interesantes que podrían marcar una relación directa entre tocar un instrumento y mejorar las conexiones visuales, audibles y motoras de nuestro cerebro, con aparentes mejoras también en el terreno de la memoria y la relación entre lo lógico con lo emocional.
Tal vez la música no sea la cura para la mala memoria o problemas varios; pero igual no se pierde mucho intentando.
Imagen: CC Felix Monito.